Los verdaderos amigos te respetarán siempre; rodéate de aquellos que son capaces de entender esto.
A veces se habla de los amigos, pero ¿son realmente amigos aquellos a los que tildamos así, o solamente conocidos? El amigo genuino es un tesoro que debes valorar altamente.
Una manzana podrida en el cesto transmite a las demás su podredumbre. Pero nunca se ha visto que las manzanas sanas hicieran sanas a la podridas; es una ley natural. Rodéate de buenos amigos. Los malos ya se encargara el diablo de traerlos, pero no hagas ligas con ellos.
Un amigo auténtico está a tu lado en cualquier momento. Los amigos espurios desaparecen cuanto te asalta el infortunio.
Tienes una obra que hacer con tus amigos que no conocen al Señor Jesús. Háblales del amor de Dios, que dio a su Hijo Jesús para
Si tus amigos te apartan de Dios, apártate de esa clase de amigos; pues es mejor vivir sin ellos y entrar un día en el cielo que vivir con ellos y perderse en esta tierra.
Es preferible que caigas en dificultades o pierdas a tus amigos, antes que manches tu vida con el pecado. Porque el pecado te destruye, degenera, embrutece, arruina tu vida para siempre. Sin embargo los problemas se pueden solucionar con la ayuda de Dios, y los amigos... no te preocupes, otros vendrán.
Las circunstancias especiales pueden separarte de tus buenos amigos, pero nadie ni nada te puede separar del Espíritu Santo que siempre está a tu lado para consolarte, ayudarte y sostenerte dondequiera que estés.
El egoísmo enfría las relaciones de amistad como el agua fría apaga el fuego. Ya sabes... destierra todo lo que sepa a egoísmo.
El mensaje de Jesús es un mensaje que trae paz. Si recibes en tu corazón ese mensaje y lo practicas, verás derramarse abundante dicha y armonía en tu vida, porque la religión de Jesús une estrechamente a los que aman a Dios y les une a su vez entre ellos.
Para que tú influyas positivamente sobre tus amigos y tu influencia sea sabor de vida para vida, tu carácter y experiencia deben haber sido afectados por la obra del Espíritu Santo.
Para convencer a otros del poder transformador de Cristo, debes conocer por experiencia propia ese poder en tu vida.
No te lances a nadar en el mar de lo baladí, de superficialidades está llena la vida. Sé tú mismo, pero sé alguien especial, no te dejes influir por la banalidad de aquellos con los que no tienes más remedio que relacionarte.
Reflexiones para Jóvenes
Ejercicios para el alma.
José V. Giner
Deja que Dios hable a tu corazón.
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