¡Alas! Esta palabra es hermosa. Alas para volar hacia el infinito. Alas para escapar de esta tierra contaminada. Alas para verlo todo desde arriba y lograr así las dimensiones que aquí -clavado en el suelo- nunca se perciben. Los ángeles las poseen y con ellas sirven a Dios. ¡Alas! ¡Alas! ¡Qué hermosa palabra!
Soñar no cuesta dinero. Todo el mundo puede liberar su imaginación y dejarla volar por los espacios infinitos de los pensamientos maravillosos. Pero si sueñas, hazlo poniendo los pies sobre la verdad de la Palabra de Dios.
pon a funcionar tu mente para eludir al fantasma de lo monótono.
El que tiene un sueño está más cerca de conseguir lo que desea que aquel que vive conformado con su suerte. No abandones tu sueño, porque si está de acuerdo con la voluntad de Dios, lo conseguirás en su momento: “Deléitale en el Señor, y él te dará los deseos de tu corazón” (Sal. 37:4).
¡Un ideal por el qué vivir! ¡Un ideal por el qué morir! ¡Necesitas un ideal noble! El alma se muere sin ideales. Pero cerciórate de que adquieres un ideal inspirado por Dios.
Es maravilloso tener un ideal y moverse en función de ese blanco. Servir a la humanidad y amar a los que te rodean es un buen ideal para ti.
Es cierto que no todos los sueños que albergues se llegarán a cumplir, pero no es menos cierto que si no albergas un sueño será mucho más difícil alcanzarlo, por no decir imposible.
Para la mayoría, morir es la cesación de la vida biológica; pero en realidad se muere cuando no hay nada por lo que luchar, nada por lo que soñar, nada que esperar, nada que creer. Jesús dijo que hay vivos muertos: “...que los muertos entierren a sus muertos” (Mt. 8:22).
El diablo sabe que una mente desocupada y ociosa es el lugar ideal para establecer su taller de destrucción y muerte. Si tu mente está enfocada en nobles y elevados ideales, el enemigo de tu alma no hallará lugar en ella.

te resistes a arrepentirte de tus pecados. ¡Oh, no, querido joven! ¡No permitas que tus aspiraciones languidezcan y se apaguen!
Tomado de:
Reflexiones para Jóvenes
Ejercicios para el alma.
José V. Giner
Deja que Dios hable a tu corazón.
© Reforma Visión
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