"Velad, pues, porque no sabéis el día
ni la hora en que
el Hijo del Hombre ha de venir". (Mateo 25:1)
La
venida de Cristo se producirá, por así decirlo, a la medianoche, cuando todos
duermen. Será bueno que todos tengan sus cuentas arregladas antes de la puesta
del sol. Todas sus obras deben ser rectas, todos sus tratos justos entre
ellos y sus semejantes. Toda deshonestidad, toda costumbre pecaminosa debe ser
puesta de lado. El aceite de la gracia debe estar en las vasijas, con nuestras
lámparas…Triste ciertamente será la condición del alma que haya tenido
apariencia de piedad pero que haya negado la eficacia de ella; que haya llamado
a Cristo: “Señor, Señor”, y que sin embargo no tenga ni su imagen ni su
inscripción…
Dios en su gracia nos concede un tiempo de
prueba. Nos extiende la invitación: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto
que está cercano” (Isa. 55:6)…
¿Por qué ha
demorado tanto el Señor su venida?
Toda la hueste del cielo espera que se
cumpla la última obra en favor de este mundo perdido, y no obstante la tarea
sigue inconclusa. Se debe a que los pocos que profesan tener el aceite de la
gracia en sus vasijas juntamente con sus lámparas, no se han convertido en
antorchas para arder y resplandecer en el mundo. Se debe a que los misioneros
son pocos…
“El que persevere hasta el fin, éste será
salvo” (Mat. 10:22).
Por medio de
nuestra actitud vigilante, debemos demostrar que somos verdaderamente
extranjeros y peregrinos en la tierra.
La
diferencia que existe entre los que aman al mundo y los que aman a Cristo es
evidente e inconfundible.
Mientras los mundanos se dedican con todo entusiasmo
y ambición a obtener el tesoro terrenal, los miembros del pueblo de Dios no se
conforman al mundo, sino que manifiestan mediante su actitud fervorosa,
vigilante y expectante, que han sido transformados; que su hogar no se
encuentra en este mundo, sino que están buscando una patria mejor, es a saber,
la celestial.
“Pues
si no velas, vendré sobre ti como ladrón,
y no sabrás a qué hora vendré sobre
ti” (Apoc. 3:3).
El advenimiento de Cristo sorprenderá a falsos maestros. Están
diciendo: “Paz y seguridad”. Como los sacerdotes y doctores de antes de la
caída de Jerusalem, esperan que la iglesia disfrute de prosperidad terrenal y
gloria. Interpretan las señales de los tiempos como indicios de esto. Pero,
¿Qué dice la palabra inspirada? “Vendrá sobre ellos destrucción repentina” (1
Tes. 5:3). El día de Dios vendrá como ladrón sobre todos los que moran en la
faz de la tierra, que hacen de este mundo su hogar…
El
mundo lleno de orgías, de placeres impíos, está dormido en la seguridad carnal.
Los hombres están postergando la venida del Señor. Se burlan de las
amonestaciones. Orgullosamente se jactan diciendo: “Todas las cosas permanecen
así como desde el principio” (2 Ped. 3:4). “Sera el día de mañana como esté, o
mucho más excelente” (Isa. 56:12). Nos hundiremos aún más en el amor a los deleites. Pero Cristo dice: “He aquí yo
vengo como ladrón” (Apoc. 16:15). En el mismo tiempo en que el mundo pregunta
con desprecio: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 Ped. 3:4)
Se
están cumpliendo las señales. Mientras claman “Paz y seguridad”, se acerca la
destrucción repentina. Cuando el escarnecedor, el que rechaza la verdad, se ha
vuelto presuntuoso; cuando la ruina del trabajo en las diversas formas de ganar
dinero se lleva a cabo sin consideración a los principios; cuando los
estudiantes procuran ávidamente conocerlo todo menos la Biblia, Cristo viene
como ladrón.
Referencia:
(¡MARANATA: EL SEÑOR VIENE!
Pág. 32, 53, 54)
Debe haber una consagración plena. Que su Santo Espíritu nos santifique cada día. Podamos obrar de acuerdo a la voluntad del Señor. No durmamos!. Estad atentos. Velad y orad porque nadie sabe el día ni la hora.
Bendiciones en Cristo Jesús.
Marilyn Burgos
Ventanas-Ecuador
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