jueves, 12 de febrero de 2015

"Obedecer por Amor"



"Si me amáis, guardad mis mandamientos." (S. Juan 14: 15)

Dios nos ha provisto de una norma de obediencia. Con tremenda majestad y entre relámpagos y truenos, proclamó desde el monte Sinaí sus diez santos preceptos. Esta ley revela el deber de toda la familia humana; los primeros cuatro preceptos definen nuestro deber hacia Dios, y los últimos seis, nuestro deber hacia nuestro prójimo (La fe por la cual vivo).

“Jesús pide evidencias de su amor por él. "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (S. Juan 14: 15). Si fuera imposible que guardáramos sus mandamientos, ¿por qué habría de dirigirnos, entonces, estas palabras? El siguiente versículo nos presenta un tesoro de conocimiento: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre" (S. Juan 15: 16).
Hay solamente dos clases de personas en el mundo hoy, y solamente dos serán reconocidas en el juicio: las que violan la ley de Dios y las que la obedecen. Cristo nos da la norma de nuestra lealtad o deslealtad." "Si me amáis" dice, "guardad mis mandamientos”. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, éste es el que me ama, y el que me ama, será amado por mi padre, y yo le amaré y me manifestaré a él" (S. Juan 14: 21).” (En Lugares Celestiales).

La ley de Dios es la gran norma de justicia. El apóstol Pablo declara que es santa, justa y buena (Romanos 7: 12). David dice: "La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma" (Sal. 19: 7). Cristo dice: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (S. Juan 14: 15) "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho (S. Juan 15: 7). Con toda seguridad este es el testimonio del Espíritu.

"Si guardareis mis mandamientos" de todo corazón" "permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor" "(Juan 15: 10). Los que son obedientes a la voluntad de Dios no pasarán durezas y dificultades en esta vida. Oye nuevamente las palabras de Cristo:" "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Juan 15: 11). Este es el testimonio que todos tienen el privilegio de tener: el gozo de Cristo en el alma mediante el acto de apropiarse de la palabra de Dios. Y llevar los requerimientos de Cristo a la vida práctica. Hay plena seguridad de esperanza al creer en cada palabra de Cristo, creer en él estando unidos con él por una fe viviente. Cuando ésta es su experiencia, el ser humano no está más bajo la ley porque la ley ya no condena su proceder (En Lugares Celestiales).

Establezcamos plenamente esto en nuestra mente: Si aceptamos a Cristo como a un Redentor, debemos aceptarlo como a un Legislador. No podemos tener la seguridad, la perfecta confianza en Cristo como nuestro Salvador, hasta que lo reconozcamos y obedezcamos sus MANDAMIENTOS. Así manifestamos nuestra lealtad a Dios. Entonces nuestra fe es genuina. Obra por amor. Decid desde vuestro corazón: "Señor, sé que moriste para redimir mi alma. Si evaluaste tanto mi alma que entregaste tu vida por mí, te entrego mi vida y todas sus posibilidades". La voluntad debe ponerse en completa armonía con la voluntad de Dios. “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el Amor. (Romanos 13: 10).
“Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.

“Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas de la ciudad (Apoc 22: 14).

Adrian Campoverde
Milagro, Ecuador.

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