martes, 30 de diciembre de 2014

"Cantando con el entendimiento"

La relevancia de la música
Nuestra manera de cantar ejerce sobre nosotros y los demás una influencia
poderosa. Muchas personas se han convertido al escuchar cantar un himno. Cada
vez que los creyentes se reúnen para alabar el nombre de Dios, y elevar cantos al
cielo en su honor, o bien para escuchar cantar y tocar a otros hermanos que poseen
el don de la música, el alma se nutre espiritualmente, muchas decisiones buenas se
toman en esos momentos; la mente se relaja, el corazón se sensibiliza de forma especial
y queda preparado para recibir el pan de vida del sermón que nutrirá cada
fibra, músculo y hueso el organismo espiritual.
Recordemos que la melancolía que atormentaba a Saúl se retiraba cuando escuchaba la música de David. Los cantos y la música estaba presente en la vida de peregrinaje de Israel; la música y el canto sagrado se enseñaba en la escuela de los profetas. Tanto en los servicios del templo, como cuando se trasladaban de un lugar a otro, hermosas melodías con textos apropiados para el momento, impregnaban el ambiente de una influencia santificadora, a la par que cumplía una función pedagógica, porque la repetición constante de los himnos contribuía a grabar en la memoria aquellos textos que contenían los aspectos importantes del plan de salvación, recuerdos de la benevolencia y favor de Dios, promesas y esperanzas hechas por el Dador de la vida a su pueblo, etc.


La música como parte de los servicios religiosos
La importancia de la música en la vida de los creyentes y en los servicios de
la iglesia, queda ratificada por la Palabra de Dios que nos enseña que desde los
orígenes fue compañera inseparable del ser humano. Tanto la música instrumental
y vocal son, o deben ser, una parte importante en los servicios religiosos.
Algunos han tenido el criterio de que la música debe estar en un plano muy
inferior a la predicación, o a la oración, pero esto no debiera ser así. No cabe la menor
duda que el origen de la música, como ya se dijo, es divino. Dios inventó la
música; las melodías más bellas que se hayan escuchado en el universo dimanan 2
de Dios y Él mismo también canta (Sof. 3:17). ¡Cuánto me gustaría escuchar cantar
a Dios! Estoy seguro que a ti también.
Desde que era muy pequeño recuerdo que me gustaba mucho escuchar mú-
sica y cantar. La zona donde nací es cuna de músicos, cantantes y pintores. Esa
influencia de mi entorno me llevó a los trece años a formar parte de una banda musical
del centro escolar compuesta por varios instrumentos. Yo tocaba la guitarra y
también cantaba. Posteriormente canté en un par de grupos cuyo estilo musical era
de canciones protesta.
Poco a poco me fui desarrollando en este campo y llegué a considerar la mú-
sica como una prolongación de mi ser. Quería ser cantante, pero, a medida que
cumplía años, me di cuenta que el mundo del espectáculo no era lo mejor para mí.
Agradezco a Dios que me preservó de ejercitar este don para el mundo y ahora lo
puedo ejercitar para Él y su iglesia.
Como toda buena dádiva, también la música se ha usado y usa para el mal.
Podríamos hablar también de muchos temas negativos: La desvirtuación de la mú-
sica, su poder de destrucción de la moral de la juventud, etc. Pero me voy a centrar
en un aspecto que tal vez no ha sido muy tratado hasta aquí, y es la actitud mental
que debemos tener cuando cantamos, a fin de que la música llegue a ser lo que
Dios desea que sea: una gran bendición para ti y para mí y para todo el pueblo de
Dios en la ancha faz de la tierra.

La música y el entendimiento
En el Salmo 47:6-7, se nos invita a cantar a Dios y a hacerlo con entendimiento;
en la versión Reina-Valera del 95, dice con “inteligencia”: «¡Cantad a Dios,
cantad! ¡Cantad a nuestro Rey, cantad!, porque Dios es el Rey de toda la tierra.
¡Cantad con inteligencia!» ¿Qué significa esto?
La inteligencia o el entendimiento, es la facultad de comprender, de conocer,
tener juicio y buen sentido. Lo cual significa que cuando cantamos a Dios debemos
hacerlo como si estuviésemos realizando una oración. En la oración hacemos lo
posible por eliminar toda interferencia externa, el centro de nuestro interés es Dios y
todo lo relativo al plan de salvación; intentamos concentrarnos en lo que decimos y
cómo lo decimos, hacemos esfuerzos mentales para mejorar el uso del lenguaje,
para expresar cada vez con mayor precisión y concreción aquello que queremos
decir a Dios, hacemos del acto un momento especial, único. Una oración en la que
estos ingredientes no estén presentes, languidecerá por el tiempo hasta morir.
Al cantar debemos tener una actitud parecida. Pablo hace énfasis precisamente
en este asunto, lo cual es una demostración de la importancia que tiene el
cantar con el entendimiento: «Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento» (1 Co. 14:15).
No debemos cantar de forma descuidada, atolondrada, parar y empezar
cuando queremos sin tener en cuenta al resto de participantes, pronunciar de manera
tal que no se entienda lo que decimos o gritar hasta ensordecer al de al lado o cantar con otro tono del que está usando la congregación. Cantar moviendo el
cuerpo o dando palmas es algo normal en el mundo y en muchas iglesias cristianas,
pero todas estas manifestaciones no deben darse entre los creyentes del pueblo de
Dios.
Es importante que cada creyente se esfuerce en cantar lo mejor posible. Es
cierto que no todos poseen el don del canto o de la música, al igual que no todos
poseen el don de la oración. Pero esto no quiere decir que no debamos orar. Habrá
personas que siempre canten mejor que otras, mas todos nos debemos esforzar en
hacerlo lo mejor posible.
«Tenemos que aprender a entonar los himnos de la redención aquí si alguna
vez los hemos de entonar en el cielo» (Cada Día con Dios, pág. 338). «Todos deben
dedicar tiempo al cultivo de la voz, para que la alabanza a Dios pueda ser cantada
en tonos claros y suaves» (9T, 144).
Allá donde sea posible organícense clases de canto y música. Los hermanos
o hermanas más experimentados, enseñen a la hermandad a cantar mejor los himnos,
a aprender himnos nuevos, a entonar, a elimar de la voz todo sonido desagradable,
etc. Si la persona es muy negada para aprender a entonar, se le deberá enseñar
que cante a bajo volumen para no desarmonizar con el resto.
Fórmense también coros con hermanos y hermanas más habilidosos, dúos,
tríos, cuartetos y cante la iglesia al Rey de gloria. En definitiva cultívese este precioso
regalo del cielo para que nuestra ofrenda musical sea más agradable a Dios.
Cantar con el entendimiento también significa pronunciar bien las palabras
que decimos. Un orador que no habla con claridad no puede ejercer una buena
influencia sobre sus oyentes. Los defectos en la pronunciación afectan al proceso
comunicativo.
Para que exista un buen entendimiento entre ambos interlocutores se necesita
entender las palabras que se hablan o cantan. Dios no necesita que hablemos
correctamente para entendernos porque antes de expresar lo que vamos a decir ya
lo sabe.
Pero la correcta pronunciación le honra más porque ejerce una influencia benéfica,
primero sobre nosotros y también sobre el oyente, que puede ser llevado a
un mayor nivel espiritual por lo que escucha (Ro. 10:17). Recordemos que los
levitas leían claramente y poniendo el sentido en lo que leían (Neh. 8:8). Si hubiesen
pronunciado mal las palabras ¿se les hubiese entendido igual? ¿Hubiesen ejercido
la misma influencia sobre los oyentes? ¿Se hubiera alcanzado el objetivo de
presentar las demandas de la ley con claridad? «No es necesario cantar en voz alta,
sino entonar en forma clara, pronunciar correctamente y tener una expresión nítida»
(9T, 144).
Cantar con el entendimiento no es una negación de la belleza y de la alegría.
El mismo Señor Jesucristo nos dio ejemplo al cantar con alegría y gozo en su corazón:
«A veces se ha dicho que Jesús no sonreía nunca. Esto no es correcto. La inocencia
y la pureza de un niño extraían de sus labios un canto gozoso» (Exaltad a 4
Jesús, pág. 84). El término “alegre” no significa que tengamos que estar dando saltos
en el salón de culto; hay una gran diferencia entre cantar con el corazón henchido
de gratitud hacia Dios y de gozo por la salvación tan grande que Él ha operado a
favor nuestro, que estar moviendo todo el cuerpo excitado por una música que incita,
por su ritmo, al baile o al movimiento.
Algunos argumentan que David también bailó, pero era un baile para Dios,
sacro y lleno de reverencia, que tenía un objetivo cultual. Los hombres y las mujeres
no danzaban juntos y siempre se hacía, como ya se dijo, para alabar y honrar el
sacro nombre de Dios:
«La música y la danza de alegre alabanza a Dios mientras se transportaba el
arca no se asemejaban para nada a la disipación de los bailes modernos. Las primeras
tenían por objeto recordar a Dios y ensalzar su santo nombre. Los segundos
son un medio que Satanás usa para hacer que los hombres se olviden de Dios y le
deshonren» (PP, 766).
«Los que hacen del canto una parte del servicio divino, deben elegir himnos
con música apropiada para la ocasión, no de notas fúnebres, sino alegres, y con
todo, melodías solemnes» (Ev, 371).
El cantar con el entendimiento no es sinónimo de “emocionarse”. La capacidad
de despertar emociones y sentimientos no es siempre una prueba de que el
Espíritu Santo está obrando en nosotros. No debemos olvidar que la fe no es un
mero sentimiento sino un principio.
Así es que no caigamos en el error de pensar que si no siento emociones y
sentimientos especiales es que no sirve para nada lo que canto, y al contrario: que
si me emociono es señal inequívoca de que lo que estoy cantando o escuchando
cantar agrada a Dios y que me encuentro más cerca de Él. En los cultos, al cantar,
a veces nos podemos emocionar y otras no, pero no pasa nada por ello.
La música en general tiene la capacidad de despertar emociones y sentimientos,
por eso la gente se emociona y se les pone los pelos de punta escuchando
canciones mundanas, también nos pasa a nosotros si las escuchamos. Las músicas
modernas, con sus estridencias, sonidos sintéticos, ritmos y cadencias, textos sentimentalistas
y románticos, despiertan emociones y excitan la mente.
Los jóvenes que están en la discoteca bailando, bebiendo su ración semanal
de alcohol y fumando el pitillo, pueden estar con los ojos cerrados, extasiados y
emocionados con la música que les envuelve, pero no hay nada en ello de sagrado,
ni un gramo de fe, nada que pueda agradar a Dios.
No obstante pueden sentirse muy bien, estar alegres, emocionados. Pero
¡cuán lejos de Dios se encuentran! Puede ocurrir lo mismo en una congregación
religiosa. La gente puede estar dando palmas, moviendo el cuerpo, elevando las
manos al cielo con los ojos cerrados y sentir una especie de éxtasis religioso que
les lleve al culmen de las emociones. Pero esto no es ninguna garantía de conexión
con Dios. Lo que realmente importa es tener un conocimiento práctico del Evangelio,
una relación viva y permanente con Dios. «Algunas veces sobrevendrán al alma la oscuridad y el desaliento, y amenazarán abrumarnos; pero no deberíamos
desechar nuestra confianza. Debemos mantener la vista fija en Jesús, haya o no
sentimiento. Deberíamos tratar de cumplir fielmente cada deber conocido, y descansar
luego tranquilamente en las promesas de Dios» (MJ, 109).
En resumen, querido lector, ¿qué es lo importante para el Señor? Vivir de
acuerdo a su voluntad (Mt. 7:21), el amor expresado en la obediencia a sus Mandamientos
(Jn. 14:15). Depender de su Palabra, confiar en los méritos de Cristo y
esperar en sus promesas.
Los cristianos debemos discernir entre el “encontrarme bien” porque tengo
algún sentimiento especial y el “creer” por encima de mis emociones y sentimientos.
Al cantar con el entendimiento nos estamos centrando en el mensaje que exhalan
nuestros labios, nos estamos identificando con el texto, lo estamos haciendo nuestro
y le estamos pidiendo a Dios que esas palabras se apliquen en nuestra vida, tengamos
o no siempre emociones o sentimientos especiales.

El canto de los redimidos
La música continuará existiendo a través de la eternidad. Formará parte de la
experiencia de los redimidos resucitados (Isa. 26:19) y de los vivos trasladados: «Y
todos exclamamos: "¡Aleluya! Muy poco nos ha costado el cielo". Pulsamos entonces
nuestras áureas arpas, cuyos ecos resonaron en las bóvedas del cielo” (PE,
17). “Allí los redimidos saludan a quienes los encaminaron hacia el Salvador. Se
unen en alabanzas a Aquel que murió para que los humanos gozaran una vida tan
duradera como la de Dios. Acabó el conflicto. Concluyeron las tribulaciones y las luchas;
los cantos de victoria llenan todo el cielo, al rodear los rescatados el trono de
Dios. Todos entonan el alegre coro: "Digno, digno es el Cordero que fue inmolado",
y que nos rescató para Dios» (MC, 405).
«A todos se les pone en la mano la palma de la victoria, y el arpa brillante.
Luego que los ángeles que mandan dan la nota, todas las manos tocan con maestría
las cuerdas de las arpas, produciendo dulce música en ricos y melodiosos
acordes. Dicha indecible estremece todos los corazones, y cada voz se eleva en
alabanzas de agradecimiento. "Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados
con su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; a él
sea gloria e imperio para siempre jamás"» (Ap. 1: 5-6) (CS, 704).
Los 144.000 también entonarán un canto especial cual nunca se ha escuchado
en el universo, inspirado en su propia experiencia (Ap. 14:1-5). En la tierra
nueva, cada sábado se escucharán los cantos de amor y de alabanza en honor a
Dios y a su Hijo Jesucristo quien murió para salvarnos, millones y millones de
ángeles y de redimidos de todos los tiempos elevarán sus voces perfectamente
unidas y armoniosas.
«Y toda cosa creada que esté en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la
tierra, y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, las oí decir: ¡Bendición,
y honra y gloria y dominio al que está sentado sobre el trono, y al Cordero, por los 6
siglos de los siglos!» (Ap. 5:13 VM). ¿Quieres estar allí? Sí, yo también. ¡Preparémonos,
pues, para ese evento futuro!
¡Qué hermoso don nos ha regalado Dios! ¿Lo usaremos para su honra y gloria?
¿Cantaremos con el entendimiento? Consagrémonos de todo corazón a Dios
en esta tierra y cantemos, cantemos las maravillas de aquel que nos sacó de las
tinieblas a su luz admirable. Amén.
José V. Giner

jueves, 11 de diciembre de 2014

"El Poder de la Fe"



Cierto día una pobre mujer viuda estaba leyendo con su hijo. Juntos habían estado sentados en su humilde comedor sin fuego en la chimenea, y sin nada que comer ese día. 
El niño le dijo a su madre: -"Si vinieran los cuervos encontrarían la puerta cerrada ¿Me permites que la habrá?"-
-"Pues  ábrela hijito"-contestó la madre. Y el niño continúo diciendo: "Ahora que ya esta abierta volvamos a pedir al Señor que nos envié al menos un cuervo con pan". 
En tanto que oraban con la puerta abierta; pasó por allí el alcalde del pueblo; y al ver la situación, quedó intrigado. Al enterarse de la necesidad de aquella pobre mujer y su hijo, fue hasta su casa y trajo un cesto lleno de comida.
    





¿Qué es fe?
Es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1

En las escrituras encontramos en el texto de Hebreos 11:1 que la fe es catalogada como creer en lo que no hemos visto, pero tener la certeza de que vendrá; así fue aquel niño de la historia; tuvo fe, creyó. Así como Dios había alimentado al profeta Elías en tiempos de sequía a través de un cuervo, confió el niño y creyó en Dios que lo iba alimentar de cualquier manera.

La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor lo que nos convine; por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro. 
Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la reconoce su derecho de propiedad y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han sido señalados como secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos principios; todo buen impulso y aspiración es de Dios, la única vida que puede producir eficiencias verdaderas. 
Romanos 3:22-24: "La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él, por cuanto no hay diferencia; por cuantos todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios siendo justificados gratuitamente, por su gracia , mediante la redención que es en Cristo Jesús." 
Se debiera explicar claramente como ejercer fe. Toda promesa de Dios tiene condiciones si estamos dispuestos a hacer su voluntad. Cualquier don que nos prometa se encuentra en la promesa misma “La semilla es la palabra de Dios”. Tan Ciertamente como se encuentra la semilla al roble de la bellota se encuentra el don de Dios en su promesa. Si recibimos la promesa recibiéremos el don
Gálatas 3:14: "para que en Cristo Jesús la bendición a Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu."   

La fe nos capacita para recibir los dones de Dios. Es en si misma un don del cual se imparte una porción al ser humano. Aumenta a media que se le usa para asimilar la palabra de Dios. A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la palabra.
La fe  es necesaria tanto en los  asuntos más pequeños como en los mayores de la vida. En todos nuestros negocios y nuestras ocupaciones diarias, la fuerza sustentadora de Dios llega a ser real por medio de una confianza constante. 
Dios en su inmenso amor y misericordia nos Dice en su palabra en el libro de Mateo 7:7-8: Pedid, y os dará; buscad y hallareis; llamad y se os abrirá. Porque que todo aquel que pide, recibe, y el que busca halla; y al que llama, se le abrirá.
La fe y la oración están íntimamente ligadas y necesitan ser estudiadas juntas. La ciencia divina debe comprender todo para el que quiera tener éxito en la obra de su vida. Cristo dice: “Todo lo que pidieres orando; creed que lo recibiréis y os vendrá.”    

El explica claramente que nuestra petición debe estar de acuerdo a la voluntad de Dios; debemos pedir cosas que el haya prometido y todo lo que recibamos debe ser usado de acuerdo a su voluntad. Cuando se satisfacen las condiciones, la promesa de Dios es indubitable. Podemos pedir perdón por el pecado, el don de Espíritu Santo, un carácter como el de Cristo y fuerza para hacer su obra; luego tenemos que creer para recibir y dar gracias a Dios por lo que hemos recibido.  
  
Dios nos da su promesa pero el nos dice algo más Santiago 1:6 "Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la ola del mar, que se arrastra por el viento y es echada de una parte a otra."
Así es mi querido amigo, Dios nos dice: pide pero sin dudar. La duda muestra a Dios falta de confianza  en Él. En las sagradas escrituras se registran grandes acontecimientos de obras y milagros de fe, y hombres de que confiaron en Dios no duraron. En su palabra encontramos en Deuteronomio 28:1-6: "Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra sus mandamientos que yo te prescribo hoy, Jehová tu Dios te exaltara sobre las naciones de la tierra, vendrán  sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzaran, si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios."

Así como Dios bendijo a Abraham, y no solo a el; sino a muchos fieles hombres de fe; también te quiere bendecir a ti. 
Dios te pide el corazón y que tus ojos miren sobre sus caminos. Proverbios 23:26: "Dame Hijo mío tu corazón y miren tus ojos por mis caminos." Porque los caminos de Jehová son verdad y rectitud que te llevaran a vida. San Juan 14:16 "Jesús le dijo: Yo soy el camino la verdad y la vida nadie viene al padre, sino es por mí."

No nos desanimemos, aunque el corazón perezca duro; cada obstáculo y cada enemigo interior solo aumentan la necesidad en Cristo. El vino para quitar el corazón de piedra y darnos un corazón de carne. Acudamos a él para vencer las faltas peculiares. 
Cuando nos asalte la tentación, resistamos persistentemente a las incitaciones del mal; digan al alma:”¿Cómo puedo deshonrar a mi redentor? Me entregado a Cristo; no puedo hacer las obras de Satanás. Clamemos al amado  Salvador  para que nos ayude a sacrificar todo ídolo y abandonar todo pecado acariciado. Contemple el ojo de la fe a Jesús de pie ante el trono del Padre, presentando sus heridas para suplicar por nosotros. Porque recibimos fuerza mediante el precioso Salvador. (Mensaje para los jóvenes pág. 110).

Hebreos 12:2 "Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menosprecio el oprobio, se sentó a la diestra de Dios." 
El apóstol Pablo nos dice en su consejo algo muy importante que demos tener:
"Vosotros también poniendo toda diligencia; por esto mismo, añadid  a vuestra fe: virtud; a la virtud conocimiento, dominio propio; al dominio propio paciencia; y a la paciencia piedad; a la piedad afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros y abundan, no os dejaran estar ociosos, ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Por lo cual, hermanos, por tanto procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Por que de esta manera os será otorgada amplia y generosamente entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2Pedro:1:5-11).

Los que así obramos de acuerdo con el plan de la adición en la obtención de las gracias cristianas; tenemos la seguridad de que Dios obrara según el plan de multiplicación  al otorgarles los dones del Espíritu.
Pedro habla  a los que han obtenido una fe tal; "Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús."
 Por gracia divina, todos los que quieran podrán ascender por los escalones luminosos que van de la tierra al cielo, y al fin; “Con alegría y gozo perpetuo entraran por las puertas en la ciudad de Dios.
El Señor nos dice en su palabra en las santas escrituras Hebreos 11:6 "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan."
Dios nos llama..
El quiere tu vida y tu corazón; entrégate a él "Porque el evangelio de Dios se revela por fe y para fe, como esta escrito: Mas el justo por la fe vivirá." Romanos 1:27
             
Dios nos llama a ser un hombres de fe y paciencia; no le cierres la puerta;
Son mis sinceros deseos..
Nixon Orozco Lema
Milagro-Ecuador  

      

      


martes, 9 de diciembre de 2014

"Confianza"

¿Por qué vives a veces arrastrando los tres sacos pesados: El de los problemas de antaño, el de los problemas del hoy y el de los problemas que imaginas que vendrán mañana? Vive el hoy intensamente, dejando el ayer en las manos misericordiosas de Dios, el mañana en la providencia del Señor que siempre sabe qué es lo mejor para ti y él proveerá. Confía el hoy a Jesús que ha prometido no te dejarte ni abandonarte porque vales más que todos los pájaros del cielo.
Las dudas en la vida cristiana corroen el alma como la lepra destruye la piel. ¿Qué hacer con las dudas? Sencillamente déjalas en las manos de Dios. Él te las aclarará cuando lo crea conveniente y tú no te habrás autodestruido. Pon toda tu confianza en el Señor.

Nadie es infalible; tanto para las grandes hazañas de la vida, como para las pequeñeces del día a día, necesitas la gracia sostenedora de Jesús. El apartar tu mirada de Cristo, te lleva a la cueva del desánimo; donde, agazapado como un niño que teme la oscuridad, lloras tu derrota anticipadamente.

Llorar por lo que ha de venir, es temer a los fantasmas imaginarios. Lamentarse por lo que pasó, es quemar el precioso tiempo del hoy, que es en realidad el único tiempo que tienes para vivir y rectificar lo que hiciste mal, en la medida que es posible, y de forma especial, construir el futuro que deseas.
“Renovarse o morir”, dicen los empresarios, refiriéndose a la política que siguen en sus negocios. En tu vida de fe también debe haber una renovación, un volver a recuperar la fuerza del primer amor. Si el cristiano no se renueva día a día, de cierto se acabará arruinando su empresa espiritual. “Nacer de nuevo” (Jn. 3:3).
A cada uno nos toca decidir en quién o en qué confiar. De la elección que tú hagas hoy dependerá toda tu vida futura. Decide poner toda tu confianza en Dios; lo material es tan inestable como el tiempo, las personas pueden cambiar; tus capacidades son limitadas: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10).

El ejercicio de aprender a confiar y depender de Dios diariamente te ayudará a robustecer tu fe, preservará tu esperanza, fortalecerá tu visión de lo eterno, desarrollará tu fuerza de voluntad.
¡Oh, no seas de los que abandonan al Señor cuando las cosas van mal o de aquellos que se olvidan de Dios cuando su estatus económico mejora! Sé como la brújula que siempre señala al Norte. Sólo una invariable confianza en Dios te hará crecer y te facilitará el vivir una vida plena, dichosa.

lunes, 8 de diciembre de 2014

"Biblia (Palabra de Dios, Escrituras, Evangelio)"

¡Qué sabio es Dios! Sólo Él es capaz de hacer las cosas tan bien hechas. No, no te sorprendas por esas cosas deterioradas que hay en nuestro mundo; porque no son obra suya sino del diablo y del hombre. No obstante el Señor tiene un plan para repararlo todo. Estudia la Biblia y entérate de su programa de restauración.
La Palabra de Dios fortalece el alma al igual que el pan fortalece el cuerpo. Serás fuerte mentalmente si cada día le dedicas tiempo a la Biblia.
Cuando la razón, iluminada por la Palabra de Dios, habla, tus sentimientos deben someterse a ella.


Dudar de la Palabra de Dios te coloca en una situación de indefensión frente al ataque del enemigo. No fluctúes entre la esperanza y la duda: “El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8:12).
Aplícate en el ejercicio que favorece tu alma y la mantiene sana: Lee la Palabra de Dios cada día, reflexiona en ella, deléitate en sus promesas y pon en práctica sus principios. De aquí a la eternidad.
La Biblia es el manual del usuario humano. Debes leer sus instrucciones si quieres saber cómo funcionas a nivel espiritual.
La efimeridad y fragilidad de la vida te debería impulsar a buscar una atmósfera más pura, más elevada, donde se respirase el oxígeno puro de la verdad incontaminada. Basar tu vida en la Palabra de Dios es invertir en el banco del cielo: “La hierba se seca, la flor se cae; pero la Palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Is. 40:8).
En la mente juvenil hay mucha dosis de fantasía y esto es peligroso. Esta produce la niebla de la ofuscación y hace difícil que las cosas se vean conforme son, agrandándolas o empequeñeciéndolas, conforme el gusto del momento. La oración y el estudio de la Palabra de Dios hará que tus pies                                                                          estén sobre suelo seguro.

La Biblia es un medio de cultura intelectual; dirige tus pensamientos al Creador y revela el carácter de Aquel
que no tiene ni principio ni fin. Sus enseñanzas te iluminarán en la senda oscura de esta vida: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105).
¡Cuántos millones de jóvenes se extravían por no hacer de las Escrituras la fuente donde apagar la sed de su alma! ¿No quisieras tú llevarlos a los pies de esa fuente?: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Jn. 7:37).
Muchos buscan la prosperidad en caminos que conducen seguramente al fracaso. Si quieres tener éxito en todos los órdenes de la vida haz de las enseñanzas de la Palabra de Dios un
 asunto diario a tomar muy en serio.

La Biblia presenta el origen del ser humano, su caída y también la promesa de redención; la vida de Jesús, el Cordero preparado desde antes de la fundación del mundo, su muerte y resurrección a los cielos. Su intercesión ante el Padre por todos nosotros y su promesa del segundo adviento en gloria y majestad. ¿No son todos estos temas que merece la pena estudiar en profundidad?
Tu única salvaguardia contra las pruebas y la tentación es colocarte sobre los principios de la Palabra de Dios.

Recuerda que tienes una mente finita y que con esa mente finita debes acercarte a la Biblia que ha sido creada por una mente infinita. ¿Cómo la podrás entender con tus propias capacidades? Necesitas la guía de Dios, sólo así podrás ir descubriendo las grandes verdades de la revelación.
Cuando estudias tu Biblia debes cuidarte de no deificar tu razón porque ésta todavía está atada a tu pobre humanidad. Pide humildemente la guía del Espíritu Santo; ese estudio será, pues, muy provechoso y tu mente será fortalecida y elevada: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:4).
La Biblia no es un libro común como El Quijote, de Cervantes, o Guerra y Paz de Tolstoi. La Biblia no es comparable a ningún otro libro que se haya escrito. Es el libro de Dios y él contiene la revelación necesaria para tu felicidad presente y futura. El único problema es que, como los diamantes, sus hermosas verdades hay que extraerlas “cavando”, es decir con un estudio profundo.
La tendencia actual de la gente que va a las iglesias es la de leer la Biblia de una forma apresurada y superficial, no obstante de haber dicho Cristo que se la escudriñara (Jn. 5:39). Escudriñar es examinar, inquirir, averiguar cuidadosamente algo. Dedícale tiempo a tu preciosa Biblia.

La televisión, internet, las recreaciones y otras cuestiones actuales pueden hacer que las personas pierdan gusto por pasar tiempo con su Biblia. Sé mesurado y selectivo en tus hábitos de modo que jamás pierdas interés por la lectura de la Palabra de Dios.
Hoy día existen muchos entretenimientos que te roban el tiempo precioso de la vida y lo que es peor: Hipotecan tu salvación eterna. Ponle rejas a tu alma para que no entren estos ladrones y te quiten el amor por la verdad de Dios: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pr. 4:23).

La Palabra de Dios es el medio más eficaz y poderoso para proveerte educación, así como la fuente de donde dimana el conocimiento más valioso. Aplícate a su estudio.


Tomado de:
Reflexiones para Jóvenes
Ejercicios para el alma.
José V. Giner

Deja que Dios hable a tu corazón.
© Reforma Visión



domingo, 7 de diciembre de 2014

"No estás solo"

La soledad no significa estar solo; es sentirse solo


David ,el rey de Israel ,tuvo muchas veces también esa sensación de estar solo. El decía "Mírame y ten misericordia de mi, por que estoy solo y afligido"Salmos 25:16. 
Cuando experimentas la soledad sientes enfrentar la enfermedad; tu futuro o la muerte solo. La sientes mientras intentas dormir o cuando estas en tu colegio, universidad o trabajo .La soledad te susurra al oído y te dice: estás solo!

La falta de amor o afecto es muchas veces la compañera incondicional de la soledad. Eso produce miedo y frustraciones lo que puede hacerte parecer a aquel hombre que no ha probado ningún bocado de comida por varios días, y ansioso entra al mercado y coge todo lo que halla a su paso sea bueno o sea malo. Lo único que le importa es llenar su estomago vacío. Cuando te sientes solo haces lo mismo. Vas al escaparate de tu vida y sacas cosas no por que las necesitas, sino porque tienes mucha hambre de amor. Muchas veces por el deseo de hacer amigos tomas malas decisiones, consumes drogas o fumas un cigarrillo. Por no ser visto menos que los demás ,te endeudas y compras en abundancia. Por temor de no ser aceptado por esta sociedad, te vistes indecorosamente. Por temor de dormir solo duermes con cualquiera. Por temor de no ser amado, buscas ese amor en lugares equivocados. 

Pero todo esto cambia cuando descubres el verdadero amor de aquel ser divino "El perfecto amor echa fuera el temor " 1 Juan 4.18

Pero tranquilo, hay una gran noticia para ti mi amigo. Jesús siempre estará en tu vida en los momentos de aflicción y soledad, él te dice "Yo soy tu amigo fiel y nunca te fallare." Recuerda lo que te dijo en esos momentos que para ti, tu vida ya no tenia sentido: "En los brazos seréis traídos y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien su madre siempre consuela, así os consolare yo a vosotros..." Isaias 66:12,13.

Recuerda que Jesús padeció mucho aquí en la tierra, cuando estaba triste todos sus discípulos lo abandonaron y experimento aquella sobria senda, sin embargo él nos dejo una hermosa promesa de que siempre estaría con nosotros en tiempo de angustia "No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creer también en mi." Juan 14:1 "y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" Mateo 28:20.

Nunca mires la soledad con desagrado, recíbela de buena manera. Aun cuando estas pasando los peores desafíos de tu vida que te alejan de Cristo. Mira el lado positivo de ella, porque es el medio por el cual puedes oír aquella voz tan dulce de Dios. Te puede ocurrir como el pequeño Samuel que en aquella noche tan solitaria Dios le habló (1 Samuel 3:10). No olvides tener la respuesta correcta para Dios. Habla Señor que tu siervo oye...

Tu hermano y amigo en Cristo,
Carlos Lizana Saboya
Sullana-Perú

viernes, 5 de diciembre de 2014

"Autenticidad (Coherencia)"

Jesús es nuestro Maestro, culmen de todas las aspiraciones cristianas. Los Evangelios dicen que Él, para enseñar a las gentes, primero predicaba con sus obras y luego hablaba. Parece ser que abunda la clase de gente que sabe hacer muy bien lo segundo y olvida lo primero. Que buen propósito es, pues, que te entregues con cuerpo y alma a la tarea de ser, más que a la obra de hablar.
Lo que más abunda en nuestro mundo es la incoherencia, personas que hoy dicen una cosa y mañana hacen otra. No seas tú así.
Una persona responsable y veraz vale más que el oro y las joyas. Tal vez el mundo te valore a bajo costo, pero para Dios vales la sangre de su Hijo.

La verdad se revela alguna vez a todos los hombres pero sólo unos pocos la aceptan. Ten una actitud atenta, no sea que vaya a llamar la verdad a tu puerta y no le abras.
Tu autenticidad, tu coherencia, tu fidelidad inamovible a los principios de Dios, serán tu salvaguardia contra la depresión, el desánimo, la cobardía y el miedo.
Las apariencias engañan. No te dejes llevar por lo exterior ni tampoco vivas aparentando. Sé auténtico, pero busca la semejanza con Cristo. Que el mundo vea en ti alguien cabal, no seas de esos que aparentan ser pero que por dentro son otra cosa.
No es todo oro lo que reluce. Lo que te podría parecer de mucho valor e importancia muchas veces es vano oropel. Un carácter semejante al de Cristo es el mejor adorno que puedes usar, lo demás déjalo pasar aunque brille.
Nuestra sociedad moderna está basada en gran manera sobre lo externo, lo aparente. La fama, el dinero, el poder, cautivan a miles en sus encantos, más no se dan cuenta que estas cosas se desvanecen en cualquier momento como la niebla de la mañana cuando sale el sol. Lo que importa es vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, así permanecerás.


Todo pasa, sólo Dios queda y con él los que se aferran a su Palabra y la viven: “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Is. 40:8). ¿No te gustaría permanecer para siempre?
La brújula siempre señala al Norte, es fiel a su cometido y a cuántas personas ha salvado de perderse y probablemente hasta de la muerte. Sé fiel a Dios, sé fiel a tu misión; así ayudarás a mucha gente a no extraviarse por el camino de la vida. ¿No es esa una tarea maravillosa?
“¡Ojalá que me reverencien. Y guarden todos los días, todos mis Mandamientos! ¡Así les irá bien a ellos y a sus hijos para siempre!” (Dt. 5:29). Aquí tienes una clara indicación de lo que debes hacer para que te vaya bien. La obediencia a Dios es tu escudo poderoso contra los ataques del maligno.
No son pocos los que consideran la fe como lo único necesario para poder entrar en la vida eterna. Pero se olvidan que la fe debe ir acompañada de obras, es decir de la obediencia a la Santa Ley de Dios: “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley” (Ro. 3:31). Tu fe es recia, firme, auténtica, en la medida que te lleva a la fidelidad.

La lealtad a Dios no es algo que tú puedas generar por tus propias fuerzas. Es el fruto de la
redención de tu voluntad a él y el resultado del trabajo del Espíritu Santo en ti: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13).
La estricta obediencia a la Ley de Dios es tu salvoconducto por la vida y tu garantía para alcanzar la dicha y la paz que tanto anhela los humanos.
Una conciencia tranquila es el arma más poderosa para obtener las victorias más preciosas del alma.
Tus principios tal vez no sean compartidos por los demás, pero tu fidelidad a los mismos y tu coherencia serán admiradas por los demás.

Tomado de:
Reflexiones para Jóvenes
Ejercicios para el alma.
José V. Giner


Deja que Dios hable a tu corazón.
© Reforma Visión

jueves, 4 de diciembre de 2014

En el Foso de los Leones


Cuando Darío el Medo subió al trono antes ocupado por los gobernantes babilónicos, procedió inmediatamente a reorganizar el gobierno. Decidió "constituir sobre el reino ciento veinte gobernadores, . . . y sobre ellos tres presidentes, de los cuales Daniel era el uno, a quienes estos gobernadores diesen cuenta, porque el rey no recibiese daño. Pero el mismo Daniel era superior a estos gobernadores y presidentes, porque había en él más abundancia de espíritu: y el rey pensaba de ponerlo sobre todo el reino".
Los honores otorgados a Daniel despertaron los celos de los principales del reino, y buscaron ocasión de quejarse contra él; pero no pudieron hallar motivo para ello, "porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue en él hallado."
La conducta intachable de Daniel excitó aún más los celos de sus enemigos. Se vieron obligados a reconocer: "No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna, si no la hallamos contra él en la ley de su Dios."
Por lo tanto, los presidentes y príncipes, consultándose, idearon un plan por el cual esperaban lograr la destrucción del profeta. Resolvieron pedir al rey que firmase un decreto que ellos iban a preparar, en el cual se prohibiría a cualquier persona del reino que por treinta días pidiese algo a Dios o a los hombres, excepto al rey Darío. La violación de este decreto se castigaría arrojando al culpable en el foso de los leones.
Por consiguiente, los príncipes prepararon un decreto tal, y lo presentaron a Darío para que lo firmara. Apelando a su vanidad, le convencieron de que el cumplimiento de este edicto acrecentaría grandemente su honor y autoridad. Como no conocía el propósito sutil de los príncipes, el rey no discernió la animosidad que había en el decreto, y cediendo a sus adulaciones, lo firmó.
Los enemigos de Daniel salieron de la presencia de Darío regocijándose por la trampa que estaba ahora bien preparada para el siervo de Jehová. En la conspiración así tramada, Satanás había desempeñado un papel importante. El profeta ocupaba un puesto de mucha autoridad en el reino, y los malos ángeles temían que su influencia debilitase el dominio que ejercían sobre sus gobernantes. Esos agentes satánicos eran los que habían movido los príncipes a envidia; eran los que habían inspirado el plan para destruir a Daniel; y los príncipes, prestándose a ser instrumentos del mal, lo pusieron en práctica.
Los enemigos del profeta contaban con la firme adhesión de Daniel a los buenos principios para que su plan tuviese éxito. Y no se habían equivocado en su manera de estimar su carácter. El reconoció prestamente el propósito maligno que habían tenido al fraguar el decreto, pero no cambió su conducta en un solo detalle. ¿Por qué dejaría de orar ahora, cuando más necesitaba hacerlo? Antes renunciaría a la vida misma que a la esperanza de ayuda que hallaba en Dios. Cumplía con calma sus deberes como presidente de los príncipes; y a la hora de la oración entraba en su cámara, y con las ventanas abiertas hacia Jerusalén, según su costumbre, ofrecía su petición al Dios del cielo. No procuraba ocultar su acto. Aunque conocía muy bien las consecuencias que tendría su fidelidad a Dios, su ánimo no vaciló. No permitiría que aquellos que maquinaban su ruina pudieran ver siquiera la menor apariencia de que su relación con el Cielo se hubiese cortado. En todos los casos en los cuales el rey tuviese derecho a ordenar, Daniel le obedecería; pero ni el rey ni su decreto podían desviarle de su lealtad al Rey de reyes.
Así declaró el profeta con osadía serena y humilde que ninguna potencia terrenal tiene derecho a interponerse entre el alma y Dios. Rodeado de idólatras, atestiguó fielmente esta verdad. Su adhesión indómita a lo recto fue una luz que brilló en las tinieblas morales de aquella corte pagana. Daniel se destaca hoy ante el mundo como digno ejemplo de intrepidez y fidelidad cristianas.
Durante todo un día los príncipes vigilaron a Daniel. Tres veces le vieron ir a su cámara, y tres veces oyeron su voz elevarse en ferviente intercesión para con Dios. A la mañana siguiente, presentaron su queja al rey. Daniel, su estadista más honrado y fiel, había desafiado el decreto real. Recordaron al rey: "¿No has confirmado edicto que cualquiera que pidiere a cualquier dios u hombre en el espacio de treinta días, excepto a ti, oh rey, fuese echado en el foso de los leones?"
"Verdad es ­contestó el rey,­ conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no se abroga."
Triunfantemente informaron entonces a Darío acerca de la conducta de su consejero de más confianza. Clamaron: "Daniel que es de los hijos de la cautividad de los Judíos, no ha hecho cuenta de ti, oh rey, ni del edicto que confirmaste; antes tres veces al día hace su petición."
Al oír estas palabras, el monarca vio en seguida la trampa que habían tendido para su siervo fiel. Vió que no era el celo por la gloria ni el honor del rey, sino los celos contra Daniel, lo que había motivado aquella propuesta de promulgar un decreto real. "Pesóle en gran manera," por la parte que había tenido en este mal proceder, y "hasta puestas del sol trabajó para librarle." Anticipándose a este esfuerzo de parte del rey los príncipes le dijeron: "Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia, que ningún decreto u ordenanza que el rey confirmare pueda mudarse." Aunque promulgado con precipitación, el decreto era inalterable y debía cumplirse.
"Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y echáronle en el foso de los leones. Y hablando el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre." Se puso una piedra a la entrada del foso, y el rey mismo la selló "con su anillo, y con el anillo de sus príncipes, porque el acuerdo acerca de Daniel no se mudase. Fuése luego el rey a su palacio, y acostóse ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño."
Dios no impidió a los enemigos de Daniel que le echasen al foso de los leones. Permitió que hasta allí cumpliesen su propósito los malos ángeles y los hombres impíos; pero lo hizo para recalcar tanto más la liberación de su siervo y para que la derrota de los enemigos de la verdad y de la justicia fuese más completa. "Ciertamente la ira del hombre te acarreará alabanza" (Sal. 76: 10), había testificado el salmista. Mediante el valor de un solo hombre que prefirió seguir la justicia antes que las conveniencias, Satanás iba a quedar derrotado y el nombre de Dios iba a ser ensalzado y honrado. Temprano por la mañana siguiente, el rey Darío se dirigió apresuradamente al foso, "llamó a voces a Daniel con voz triste: y . . . dijo: . . . Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves ¿te ha podido librar de los leones?"
La voz del profeta contestó: "Oh rey, para siempre vive. El Dios mío envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen mal: porque delante de él se halló en mí justicia: y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho lo que no debiese.
"Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso: y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque creyó en su Dios.
"Y mandándolo el rey fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones, ellos, sus hijos, y sus mujeres; y aun no habían llegado al suelo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos, y quebrantaron todos sus huesos."
Nuevamente, un gobernante pagano hizo una proclamación para exaltar al Dios de Daniel como el Dios verdadero. "El rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones, y lenguas, que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada: De parte mía es puesta ordenanza, que en todo el señorío de mi reino todos teman y tiemblen de la presencia del Dios de Daniel: porque él es el Dios viviente y permanente por todos los siglos, y su reino tal que no será deshecho, y su señorío hasta el fin. Que salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; el cual libró a Daniel del poder de los leones."
La perversa oposición que el siervo de Dios había arrostrado quedó completamente quebrantada. "Daniel fue prosperado durante el reinado de Darío, y durante el reinado de Ciro, Persa." Y por haberle tratado, esos monarcas paganos se vieron obligados a reconocer que su Dios era "el Dios viviente y permanente por todos los siglos, y su reino tal que no será deshecho."
Del relato de cómo fue librado Daniel, podemos aprender que en los momentos de prueba y lobreguez, los hijos de Dios deben ser precisamente lo que eran cuando las perspectivas eran halagüeñas y cuanto los rodeaba era todo lo que podían desear. En el foso de los leones Daniel fue el mismo que cuando actuaba delante del rey como presidente de los ministros de estado y como profeta del Altísimo. Un hombre cuyo corazón se apoya en Dios será en la hora de su prueba el mismo que en la prosperidad, cuando sobre él resplandece la luz y el favor de Dios y de los hombres. La fe extiende la mano hacia lo invisible y se ase de las realidades eternas.
El cielo está muy cerca de aquellos que sufren por causa de la justicia. Cristo identifica sus intereses con los de su pueblo fiel; sufre en la persona de sus santos; y cualquiera que toque a sus escogidos le toca a él. El poder que está cerca para librar del mal físico o de la angustia está también cerca para salvar del mal mayor, para hacer posible que el siervo de Dios mantenga su integridad en todas las circunstancias y triunfe por la gracia divina.
Lo experimentado por Daniel como estadista en los reinos de Babilonia y de Medo-Persia revela que un hombre de negocios no es necesariamente un maquinador que sigue una política de conveniencias, sino que puede ser un hombre instruido por Dios a cada paso. Siendo Daniel primer ministro del mayor de los reinos terrenales, fue al mismo tiempo profeta de Dios y recibió la luz de la inspiración celestial. Aunque era hombre de iguales pasiones que las nuestras, la pluma inspirada le describe como sin defecto. Cuando las transacciones de sus negocios fueron sometidas al escrutinio más severo de sus enemigos, se comprobó que eran intachables. Fue un ejemplo de lo que todo hombre de negocios puede llegar a ser cuando su corazón haya sido convertido y consagrado, y cuando sus motivos sean correctos a la vista de Dios.
El cumplimiento estricto de los requerimientos del Cielo imparte bendiciones temporales tanto como espirituales. Inquebrantable en su fidelidad a Dios, inconmovible en su dominio del yo, Daniel fue tenido, por su noble dignidad y su integridad inquebrantable, mientras era todavía joven, "en gracia y en buena voluntad" (Dan. 1: 9) del oficial pagano encargado de su caso. Las mismas características le distinguieron en su vida ulterior. Se elevó aceleradamente al puesto de primer ministro del reino de Babilonia. Durante el reinado de varios monarcas sucesivos, mientras caía la nación y se establecía otro imperio mundial, su sabiduría y sus dotes de estadista fueron tales, y tan perfectos su tacto, su cortesía y la genuina bondad de su corazón, así como su fidelidad a los buenos principios, que aun sus enemigos se vieron obligados a confesar que "no podían hallar alguna ocasión o falta, porque él era fiel."
Mientras los hombres le honraban confiándole las responsabilidades del estado y los secretos de reinos que ejercían dominio universal, Daniel fue honrado por Dios como su embajador, y le fueron dadas muchas revelaciones de los misterios referentes a los siglos venideros. Sus admirables profecías, como las registradas en los capítulos siete a doce del libro que lleva su nombre, no fueron comprendidas plenamente ni siquiera por el profeta mismo; pero antes que terminaran las labores de su vida, recibió la bienaventurada promesa de que "hasta el tiempo del fin" ­en el plazo final de la historia de este mundo­ se le permitiría ocupar otra vez su lugar. No le fue dado comprender todo lo que Dios había revelado acerca del propósito divino, sino que se le ordenó acerca de sus escritos proféticos: "Tú empero, Daniel, cierra las palabras y sella el libro," pues esos escritos debían quedar sellados "hasta el tiempo del fin." Las indicaciones adicionales que el ángel dio al fiel mensajero de Jehová fueron: "Anda, Daniel, que estas palabras están cerradas y selladas, hasta el tiempo del cumplimiento. . . . Y tú irás al fin, y reposarás, y te levantarás en tu suerte al fin de los días." (Dan. 12: 4, 9, 13.)
A medida que nos acercamos al término de la historia de este mundo, las profecías registradas por Daniel exigen nuestra atención especial, puesto que se relacionan con el tiempo mismo en que estamos viviendo. Con ellas deben vincularse las enseñanzas del último libro del Nuevo Testamento. Satanás ha inducido a muchos a creer que las porciones proféticas de los escritos de Daniel y de Juan el revelador no pueden comprenderse. Pero se ha prometido claramente que una bendición especial acompañará el estudio de esas profecías. "Entenderán los entendidos" (Dan. 12: 10), fue dicho acerca de las visiones de Daniel cuyo sello iba a ser quitado en los últimos días; y acerca de la revelación que Cristo dio a su siervo Juan para guiar al pueblo de Dios a través de los siglos, se prometió: "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas." (Apoc. 1: 3.)
Del nacimiento y de la caída de las naciones, según resaltan en los libros de Daniel y Apocalipsis, necesitamos aprender cuán vana es la gloria y pompa mundanal. Babilonia, con todo su poder y magnificencia, cuyo parangón nuestro mundo no ha vuelto a contemplar ­un poder y una magnificencia que la gente de aquel tiempo creía estables y duraderos,­ se desvaneció y ¡cuán completamente! Pereció "como la flor de la hierba." (Sant. 1: 10.) Así perecieron el reino medo-persa, y los imperios de Grecia y de Roma. Y así perece todo lo que no está fundado en Dios. Sólo puede perdurar lo que se vincula con su propósito y expresa su carácter. Sus principios son lo único firme que conoce nuestro mundo.
Un estudio cuidadoso de cómo se cumple el propósito de Dios en la historia de las naciones y en la revelación de las cosas venideras, nos ayudará a estimar en su verdadero valor las cosas que se ven y las que no se ven, y a comprender cuál es el verdadero objeto de la vida. Considerando así las cosas de este tiempo a la luz de la eternidad, podremos, como Daniel y sus compañeros, vivir por lo que es verdadero, noble y perdurable. Y al aprender en esta vida a reconocer los principios del reino de nuestro Señor y Salvador, el reino bienaventurado que ha de durar para siempre, podemos ser preparados para entrar con él a poseerlo cuando venga.

Profetas y Reyes
Revelado por Elena G. White

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