"Si me amáis, guardad mis mandamientos." (S.
Juan 14: 15)
Dios
nos ha provisto de una norma de obediencia. Con tremenda majestad y entre
relámpagos y truenos, proclamó desde el monte Sinaí sus diez santos preceptos.
Esta ley revela el deber de toda la familia humana; los primeros cuatro
preceptos definen nuestro deber hacia Dios, y los últimos seis, nuestro deber
hacia nuestro prójimo (La fe por la cual vivo).
“Jesús
pide evidencias de su amor por él. "Si me amáis, guardad mis
mandamientos" (S. Juan 14: 15). Si fuera imposible que guardáramos sus
mandamientos, ¿por qué habría de dirigirnos, entonces, estas palabras? El
siguiente versículo nos presenta un tesoro de conocimiento: "Y yo rogaré
al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre" (S. Juan 15: 16).
Hay
solamente dos clases de personas en el mundo hoy, y solamente dos serán
reconocidas en el juicio: las que violan la ley de Dios y las que la obedecen.
Cristo nos da la norma de nuestra lealtad o deslealtad." "Si me amáis"
dice, "guardad mis mandamientos”. “El que tiene mis mandamientos, y los
guarda, éste es el que me ama, y el que me ama, será amado por mi padre, y yo
le amaré y me manifestaré a él" (S. Juan 14: 21).” (En Lugares
Celestiales).
La
ley de Dios es la gran norma de justicia. El apóstol Pablo declara que es
santa, justa y buena (Romanos 7: 12). David dice: "La ley de Jehová es
perfecta, que convierte el alma" (Sal. 19: 7). Cristo dice: "Si me amáis,
guardad mis mandamientos" (S. Juan 14: 15) "Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho
(S. Juan 15: 7). Con toda seguridad este es el testimonio del Espíritu.
Establezcamos
plenamente esto en nuestra mente: Si aceptamos a Cristo como a un Redentor,
debemos aceptarlo como a un Legislador. No podemos tener la seguridad, la
perfecta confianza en Cristo como nuestro Salvador, hasta que lo reconozcamos y
obedezcamos sus MANDAMIENTOS. Así manifestamos nuestra lealtad a Dios. Entonces
nuestra fe es genuina. Obra por amor. Decid desde vuestro corazón: "Señor,
sé que moriste para redimir mi alma. Si evaluaste tanto mi alma que entregaste
tu vida por mí, te entrego mi vida y todas sus posibilidades". La voluntad
debe ponerse en completa armonía con la voluntad de Dios. “El amor no hace mal
al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el Amor. (Romanos 13: 10).
“Y
este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento:
que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.
“Bienaventurados
los que guardan sus mandamientos, para tener derecho al árbol de la vida, y
para entrar por las puertas de la ciudad (Apoc 22: 14).
Adrian Campoverde
Milagro, Ecuador.
Adrian Campoverde
Milagro, Ecuador.